lunes, 27 de abril de 2009

OPINIÓN: Gianni está castigado y no puede salir a jugar



Gianni está castigado y no puede salir a jugar



gianni tosso



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Callejeros. Es pronunciar la palabra callejeros y venírsenos a la cabeza la imagen de un grupo de intrépidos reporteros que patean las calles, de manera rriesgada, en busca del filo de la noticia, a la caza de los problemas sociales más sangrantes, y de los friquis de la sociedad.
Supongo que debe ser duro bajar hasta los infiernos, cámara en ristre, para poner en evidencia la decadencia a la que han tenido que llegar muchos de los habitantes de este país, y exponerse a las imprevisibles reacciones de los que aparecen en los reportajes.
Ahora que, viendo una serie de documentales, llega uno a la conclusión de que todos los que aparecen, habitualmente: clanes étnicos familiares, prostitutas, travestis, drogadictos, vendedores de drogas, friquis varios cuya obsesión es la de tapizar en piel de leopardo el interior de su coche o beber hasta el coma etílico en cualquier parque patrio; son dados a contar sus experiencias y sus desdichas. Es decir, que una vez salvado el escollo de llegar hasta ellos, en cuanto se les pone una cámara y un micrófono delante, unos cantan por soleares, otros se chutan lo que no está escrito mientras cuentan sin inflexiones cómo vendieron a sus hijos para comprar una dosis, otros se tragan sin respirar una botella de aguardiente y otros enseñan los implantes de silicona mientras dan saltitos para demostrar su calidad, otros declaran abiertamente, y sin escrúpulo alguno, que adulteran la droga con tal o cual mierda.
Es indudable que un repaso de cuando en cuando a la España profunda nos recuerda adónde podemos ir a parar como se nos cruce más de un cable, pero hay
otros reportajes posibles que uno estaría encantado de ver. Aunque seguramente resultarían mucho más difíciles de conseguir que un especial sobre violadores y asesinos en serie.

En esta misma España de truhanes, pablos, rinconetes y cortadillos, que poco o nada hemos avanzado en el camino hacia la normalidad ética, la picaresca oficial sigue estando a la orden del día. Desde casos como un funcionario que utilice la línea de la oficina para pasarse media hora al teléfono con cualquier amigote, hasta el que se lleve para casa los paquetes de folios DIN A4 como si fueran suyos, o el que concede beneficios a algún coleguita, pasando por los que acceden a un cargo público y comienzan a hacer eso mismo de los teléfonos, los folios y los favores a gran escala, es decir, malversación y robo. Sería fabuloso que los callejeros dedicasen una serie especial, seguramente habría para dos o tres temporadas, a documentar este tipo de acciones. A lo mejor ocurre como con los travestis o los drogadictos, y van y dicen ante las cámaras que en determinado momento le concedieron una licencia a fulano de tal para construir en un paraje natural, que vendieron y compraron y volvieron a vender el mismo terreno para que determinado coleguita se beneficiase, o que la mentira ya no es la expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se cree o se piensa, sino una herramienta de uso político.
A todos, quiero suponer, nos entraría ese mismo sentimiento encontrado que nos surge después de ver a los habituales reportajes. Una sensación a caballo entre el joder hay gente para todo y el los pobres y qué otra cosa van a hacer si es que
la vida les ha llevado a eso. Y así encontraríamos una justificación a ese modo de actuar de quien de pronto se encuentra con una poltrona, que acaba considerándola suya por derecho divino y con la completa libertad de usar o abusar de ella.
A lo peor resulta que no, que los callejeros no encontrarían a nadie dispuesto a salir en este tipo de reportajes a pie de calle en los que se retrataría la realidad de una España choriza hasta decir basta y no habría ni para un cortometraje. Y como no lo vemos, igual nos mantenemos en la creencia de que no existe, y de que lo único que existe, lo único que afea el paisaje de este suelo patrio son los desechos que aparecen en los actuales y recurrentes reportajes de callejeros.

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