lunes, 27 de abril de 2009

Miguel Navarro, coreógrafo y director de Ballets de Tenerife.

Miguel Navarro, coreógrafo y director de Ballets de Tenerife.Aunque la sociedad tinerfeña es extremadamente sensible en las artes, en Canarias la danza es hoy por hoy sólo una anécdota.

Este murciano de nacimiento pronto se traslada a Barcelona donde comienza su contacto con la danza. Ha sido primer bailarín de compañías tan importantes como: Gran Teatro del Liceo de Barcelona, de allí a Burdeos como bailarín estrella, y de allí a París, al Ballet de la J.MF. Pierre Lacotte Paris, Teatro alla Scala Milano, Opernhaus Zürich, Ballet Royal de Wallonie, etc.

Sergio Pérez



Tu primer puesto importante fue como Primer Bailarín Estrella del Liceo de Barcelona. ¿Qué diferencias ves entre el Liceo de la época y el de ahora? ¿Qué diferencias hay entre las compañías de la época y las actuales?
La diferencia es bastante grande y en muchos aspectos: para empezar, en la técnica, puesto que hoy existe una técnica más depurada, aunque ya en mi época teníamos una técnica fenomenal, pero sobre todo es en el ambiente de las compañías. Cuando llegaba alguna de ellas a Barcelona; el London Festival Ballet o el Ballet del Marqués de Cuevas era un acontecimiento enorme, no solo para el público sino para nosotros los bailarines porque era un mundo en el que tenías que ser elegido para entrar en él, hoy no se le da tanta importancia a esas cosas, hoy es un trabajo como cualquier otro, para nosotros era algo muy grande y que te cambiaba la vida, en todo caso a mi me la cambió.

¿No te parece curioso que en plena dictadura y represión, existiera un ballet estable en el Liceo de Barcelona con programación fija y que hoy, en pleno siglo XXI eso ya no exista?
Pues sí, mira, eso es como la Codorniz. Era gente con mucho ingenio y muchas ganas de hacer cosas, y como no existía una libertad absoluta, conseguíamos muchas más cosas que ahora. Además no contaba tanto el dinero. Hoy en el arte todo el mundo quiere sacar tajada, cuando antes se hacían maravillas con dos duros.

Cuando te decides o te llaman para salir de España ¿te lo planteas o estabas decidido a irte?
Es verdad que me mandaron un contrato desde Francia, pero yo estaba loquito por marcharme. Aquí no había libertad, y yo sabía que, si quería labrarme una carrera en la danza clásica, no podía ser en la España de entonces, porque sólo existía el Liceo, ya que en Madrid no había nada. Lo que yo quería no estaba en España, por lo que decidí tirar para adelante y no mirar atrás.

Cuando notaste que estaba llegando el final de tu carrera como bailarín, ¿qué sentiste? ¿tenías ganas de pasar página?
No tenía ningunas ganas de pasar página. Yo he sido muy feliz siendo bailarín. En el momento de colgar las zapatillas sientes cierta desorientación y vacío. Piensas: aquí, que me siento fuerte, me siento yo, sé lo que valgo y lo que soy… ¿Qué viene ahora? ¿Qué va a pasar? Te en cuenta que para una persona normal, con 40 años se es joven, pero para un bailarín es el final de una etapa. La fuerza y la energía no duran toda la vida, y la danza requiere frescura y juventud.

Cuando dejaste de bailar, se puede decir que estabas predestinado a tener un puesto importante en algunas compañías europeas. ¿Crees si te hubieras quedado en Europa hubieras tenido uno de esos puestos?
En todo caso lo hubiera intentado, por supuesto, pero creo que sí. Y aunque por temas privados decidimos venirnos a España, la lógica hubiera sido seguir fuera e intentar esa nueva aventura como director y coreógrafo en una formación de categoría, de las que tuve varias propuestas, y que, aunque no eran grandes capitales, sí que hubiera tenido un teatro y una compañía a mi disposición.

Llevas treinta años en Tenerife y tu trabajo con Ballets de Tenerife siempre ha ido a contracorriente, y sé que te has encontrado más obstáculos que apoyos. ¿Qué sientes hacia la sociedad tinerfeña?
Obstáculos como tal no, pero sí me he encontrado apatía por parte de mucha gente. El clima influye mucho, piensa en esos países del norte donde no se hace vida en la calle, porque hay un frío de muerte, y la gente se mete en los teatros. Cómo quieres que vengan al teatro en Tenerife, en pleno verano, a sudar como pollos, pudiendo estar en Los Paragüitas tomándose una cerveza. Y aunque la sociedad tinerfeña es extremadamente sensible a las artes, en Canarias la danza es hoy por hoy sólo una anécdota. Los políticos necesitan cosas que le paguen políticamente y de inmediato, si no, no les interesa.

Esa es la cruz, pero la cara es que Rosalina Ripoll y tú, a través del Centro Internacional de Danza Tenerife, habéis formado a cientos de bailarines, muchos de ellos de gran calidad, y algunos con proyección profesional, algo que no pueden decir todas las escuelas de Canarias. Supongo que esto es una satisfacción, ¿no?
Si que es una satisfacción, pero también es una tristeza saber que no tienen aquí una salida profesional fiable y que siempre tengo que aconsejarles, muy a pesar mío, que se vayan de aquí para labrarse una carrera.

Pregunta obligada: ¿Cómo ves la danza en Canarias?
La danza en Canarias está plagada de una serie de personas que tienen una gran labia y nada más. Nosotros demostramos lo que sabemos hacer, no sólo hablamos y pasilleamos.

¿Qué crees que necesita España para ser competente con el resto de Europa, en cuanto a danza se refiere?
Creo que es competente en cuanto al material, que son los bailarines, y que están saliendo de buenísima calidad y a manta, lo que hace falta es otra mentalidad; que no solamente exista la Nacional, Ullate y poco más. Necesitamos teatros que funcionen a pleno rendimiento todo el año, que inviertan en nuevas creaciones que se puedan exportar. No tenemos esa cultura de la cultura. Quizás necesitamos que pasen un par de años y que haga más frío (risas).

¿Qué próximos proyectos de Ballets de Tenerife nos puedes contar?
Te puedo decir que el próximo 30 de mayo habrá una programa conmemorativo con motivo del Día de Canarias, con Pedro y el Lobo por la mañana y Cantos Canarios interpretados en directo por la Banda Municipal de Música de Santa Cruz de Tenerife, todo ello en el García Sanabria, además, estamos ultimando los preparativos de nuestro próximo estreno, del que no sé fechas fijas todavía.

Un bailarín: Rudolf Nureyev
Un coreógrafo: Jeromme Robbins
Un maestro: José Parés
Un compositor: Maurice Ravel
Una ciudad: París
Un País: Francia
Un deseo para el futuro inmediato: que la cosa cambie antes de que me muera (risas)
Si no fueras bailarín...: sería bailarín
¡Venga mójate!, si no fueras bailarín…: creo que escritor

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