Coincidimos en Barcelona, en una cafetería céntrica, especialidad en bocadillos a ocho euros el menos contundente, durante un receso para recuperar fuerzas que hacía momentos antes de la representación de Los chicos de historia. Quedamos para entrevistarnos con él un poco más adelante, y como quiera que su agenda está abigarrada, y con letra menuda, acordamos realizarla telefónicamente. Cumplimos ambos, pero al menos nosotros, nos quedamos con ganas de seguir charlando con este hombre durante una hora más.
Aitor Menta
Tras algo más de cuarenta años en la profesión ¿Sigue habiendo gente que le pregunta de qué vive?
(Risas) No. Quizá porque la gente que me sigue, que me conoce, no sólo compañeros de la profesión, sino también el público, me ven continuamente en todas partes, ven que no paro de trabajar, con lo cual, por poco ejercicio mental que hagan, deducen que vivo de esto. Recuerdo que hace años, un político, cuyo nombre no voy a decir, pero que ocupaba un cargo muy importante en este país, se acercó a saludarnos al termino de la función, y nos hizo una pregunta parecida: ustedes, aparte de esto ¿qué hacen para ganarse la vida? Lo cual da una medida del concepto que ciertos políticos tienen del hecho de ser actor. Por suerte ese concepto ya ha pasado. La gente sabe que este es un oficio como otro cualquiera, en el que si uno emplea muchas horas de trabajo, tiene lo suficiente para ganarse la vida.
¿Tras estrenarse como director de teatro, con tanto éxito por cierto, qué prefiere hacer durante estos próximos cuarenta años, actuar o dirigir?
Actuar, por encima de todo actuar. Soy sobre todo, y por encima de todo, actor. Si se publicara algún día una biografía sobre mi, quiero que junto a mi nombre figure la palabra actor. Lo de dirigir es la expresión de un deseo que siempre me tentó y que yo hago con muchísimo gusto, y que a tenor de los resultados de las tres únicas funciones que he dirigido hasta ahora y que he empezado a dirigir hace tres años, en una etapa posterior a la consolidación de mi carrera como actor, y ha sido casi por necesidad. Hacía muchos años que algunos productores, incluso desde instituciones públicas, teatros públicos, y algunos compañeros, me decía que debía dirigir, por mi visión de la puesta en escena, y yo siempre me había negado. Me considero, por encima de todo actor, yo quise ser actor, soy actor, y no quiero ser otra cosa que actor. Lo que pasa es que yo había dicho, dirigiré cuando surja de mí la necesidad de dirigir, no simplemente por aceptar propuestas que me hace otra gente. Y ocurrió hace cinco años, cuando cayó en mis manos un texto, el de Edward Albee, La Cabra, y dije, esto quiero hacerlo no sólo como actor, sino como director, con mi propio punto de vista. Porque creo que ser director consiste en eso, contar una historia desde tu punto de vista, propio y personal. Y esa quise hacerla yo, porque sí que quería sentirme responsable de esa historia, de que le llegase al publico a través de mis manos, de mis ojos, mi punto de vista. Y me lancé a ello, y no sólo como director, sino como productor además, arriesgando mi propio dinero y mi prestigio. Por suerte salió estupendamente bien. La Cabra fue un espectáculo que estuvo tres años en cartel por toda España, que se llevó todos los Max, un buen montón de premios nacionales, y demás. Ante esa acogida maravillosa y por el hecho de que durante la producción descubrí un mundo nuevo que me apasionaba casi tanto como el de actor, repetí la experiencia con Los chicos de historia, con la que inaugure el Teatro Goya el año pasado y sigo representando ahora, y que ahora comienza su gira por España. Es una experiencia muy singular, en la que estoy además sobre el escenario, y requiere un desdoblamiento muy difícil y nada habitual. Y ha vuelto a surgir. La segunda función en el Teatro Goya se la ofrecí a Concha Velasco, como protagonista, y ella me sorprendió diciéndome, vale, de acuerdo, pero con la condición de que la dirijas tú. Es la primera vez que una superestrella como Concha me pone esa condición, y eso me hizo pensar que si una gran estrella como ella me pide que la dirija, significa que mi trabajo como director es válido. Y ha sido muy gratificante descubrir la sensación de verme dirigiendo sin estar a la vez sobre el escenario. Me he metido en la historia con una pasión desmedida, quizá superior a mis anteriores experiencias como director. Ahora me encuentro en un punto de meditación. En este momento tengo varias ofertas para dirigir, y eso viene por el éxito que han tenido las anteriores producciones.
Pero ya ves, cuando llego a mi casa y me encierro en mis pensamientos, tengo claro que por encima de todo soy y quiero ser actor, y que ningún proyecto como director podrá cambiar eso. Si puedo compaginarlo, dirigiré, pero si tengo que elegir entre dirigir e interpretar, hasta el día de mi muerte elegiría interpretar.
Actuar, por encima de todo actuar. Soy sobre todo, y por encima de todo, actor. Si se publicara algún día una biografía sobre mi, quiero que junto a mi nombre figure la palabra actor. Lo de dirigir es la expresión de un deseo que siempre me tentó y que yo hago con muchísimo gusto, y que a tenor de los resultados de las tres únicas funciones que he dirigido hasta ahora y que he empezado a dirigir hace tres años, en una etapa posterior a la consolidación de mi carrera como actor, y ha sido casi por necesidad. Hacía muchos años que algunos productores, incluso desde instituciones públicas, teatros públicos, y algunos compañeros, me decía que debía dirigir, por mi visión de la puesta en escena, y yo siempre me había negado. Me considero, por encima de todo actor, yo quise ser actor, soy actor, y no quiero ser otra cosa que actor. Lo que pasa es que yo había dicho, dirigiré cuando surja de mí la necesidad de dirigir, no simplemente por aceptar propuestas que me hace otra gente. Y ocurrió hace cinco años, cuando cayó en mis manos un texto, el de Edward Albee, La Cabra, y dije, esto quiero hacerlo no sólo como actor, sino como director, con mi propio punto de vista. Porque creo que ser director consiste en eso, contar una historia desde tu punto de vista, propio y personal. Y esa quise hacerla yo, porque sí que quería sentirme responsable de esa historia, de que le llegase al publico a través de mis manos, de mis ojos, mi punto de vista. Y me lancé a ello, y no sólo como director, sino como productor además, arriesgando mi propio dinero y mi prestigio. Por suerte salió estupendamente bien. La Cabra fue un espectáculo que estuvo tres años en cartel por toda España, que se llevó todos los Max, un buen montón de premios nacionales, y demás. Ante esa acogida maravillosa y por el hecho de que durante la producción descubrí un mundo nuevo que me apasionaba casi tanto como el de actor, repetí la experiencia con Los chicos de historia, con la que inaugure el Teatro Goya el año pasado y sigo representando ahora, y que ahora comienza su gira por España. Es una experiencia muy singular, en la que estoy además sobre el escenario, y requiere un desdoblamiento muy difícil y nada habitual. Y ha vuelto a surgir. La segunda función en el Teatro Goya se la ofrecí a Concha Velasco, como protagonista, y ella me sorprendió diciéndome, vale, de acuerdo, pero con la condición de que la dirijas tú. Es la primera vez que una superestrella como Concha me pone esa condición, y eso me hizo pensar que si una gran estrella como ella me pide que la dirija, significa que mi trabajo como director es válido. Y ha sido muy gratificante descubrir la sensación de verme dirigiendo sin estar a la vez sobre el escenario. Me he metido en la historia con una pasión desmedida, quizá superior a mis anteriores experiencias como director. Ahora me encuentro en un punto de meditación. En este momento tengo varias ofertas para dirigir, y eso viene por el éxito que han tenido las anteriores producciones.
Pero ya ves, cuando llego a mi casa y me encierro en mis pensamientos, tengo claro que por encima de todo soy y quiero ser actor, y que ningún proyecto como director podrá cambiar eso. Si puedo compaginarlo, dirigiré, pero si tengo que elegir entre dirigir e interpretar, hasta el día de mi muerte elegiría interpretar.
¿En qué anda metido ahora, y con quién?
La gira en catalán de Los Chicos de historia, pero al mismo tiempo ensayando con la misma compañía, en una labor puramente esquizofrénica, en castellano. Por la mañana ensayamos en castellano y esa mismo noche se hace la función en catalán. Absolutamente esquizofrénica la situación. Y en 10 días (29 de abril), debutamos en el Teatro Arriaga de Bilbao, iniciando allí la gira en castellano. Y sigo con La vida por delante, con Concha Velasco, y leyendo cientos de libretos, pensando en las próximas cosas, pero con nada concreto, sobre todo porque hasta 2010 casi no me queda tiempo libre.
La gira en catalán de Los Chicos de historia, pero al mismo tiempo ensayando con la misma compañía, en una labor puramente esquizofrénica, en castellano. Por la mañana ensayamos en castellano y esa mismo noche se hace la función en catalán. Absolutamente esquizofrénica la situación. Y en 10 días (29 de abril), debutamos en el Teatro Arriaga de Bilbao, iniciando allí la gira en castellano. Y sigo con La vida por delante, con Concha Velasco, y leyendo cientos de libretos, pensando en las próximas cosas, pero con nada concreto, sobre todo porque hasta 2010 casi no me queda tiempo libre.
Ha estado siempre a caballo entre Barcelona y Madrid. ¿Llegará el día en que el resto de las ciudades españolas estén a la altura?
Siendo catalán soy de los que se fueron a Madrid para empezar esta carrera, y estudié allí, y hasta estos últimos años no me he incorporado a mi comunidad natal para hacer teatro. Casi los treinta primeros años de mi carrera han transcurrido en Madrid. Y sí, estos últimos diez años he estado manteniendo dos casas, una en Madrid y otra en Barcelona. Pero siendo realista, los dos grandes centros de producción teatral están en estas ciudades. Históricamente. Con mas oferta teatral. Y con tantos teatros como tienen estas ciudades, es normal que la oferta de trabajo se concentre en estas dos. Pero con la llegada de las autonomías, presupuestos concretos, por suerte la situación está girando y hay otros puntos importantes de producción en España: el País Vasco, Canarias, Andalucía, con centros estables, teatros públicos, y con producciones propias girando por toda España y llegando a Madrid. Fíjate que me encantaría incorporarme a una producción que naciera en otras comunidades, como Las Palmas o Tenerife. Las propuestas que me han llegado lo han hecho en momentos en que, por motivos de agenda no podía aceptar.
Siendo catalán soy de los que se fueron a Madrid para empezar esta carrera, y estudié allí, y hasta estos últimos años no me he incorporado a mi comunidad natal para hacer teatro. Casi los treinta primeros años de mi carrera han transcurrido en Madrid. Y sí, estos últimos diez años he estado manteniendo dos casas, una en Madrid y otra en Barcelona. Pero siendo realista, los dos grandes centros de producción teatral están en estas ciudades. Históricamente. Con mas oferta teatral. Y con tantos teatros como tienen estas ciudades, es normal que la oferta de trabajo se concentre en estas dos. Pero con la llegada de las autonomías, presupuestos concretos, por suerte la situación está girando y hay otros puntos importantes de producción en España: el País Vasco, Canarias, Andalucía, con centros estables, teatros públicos, y con producciones propias girando por toda España y llegando a Madrid. Fíjate que me encantaría incorporarme a una producción que naciera en otras comunidades, como Las Palmas o Tenerife. Las propuestas que me han llegado lo han hecho en momentos en que, por motivos de agenda no podía aceptar.
¿Qué proyecto o personaje le falta?
Muchos, pero no sé aún cuáles. Aunque sigo leyendo todos los textos que me envían, o caen en mis manos, con la esperanza de encontrarlo. He tenido la suerte de hacer El Rey Liar, de Shakespeare, con el que disfruté mucho. Pero, no tengo manías al respecto, cualquier personaje de cualquier autor, nuevo o viejo, si considero que como actor puedo ofrecerle mis vivencias y hacer un buen trabajo de actor, estaría encantado de hacerlo. Tal vez por eso estoy siempre atento a todo lo que ocurre y a todo lo que se escribe.
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