jueves, 15 de enero de 2009

Fuimos a ver: Els Flaquibutti


Con oficio de comediantes, funambulistas del equilibrio económico y tacto de cirujanos escénicos, aparecen dos personajes con visos de ser los alter ego de los actores. La comicidad se ve incluso a oscuras. El argumento de Atrapados, de Els Flaquibutti, no es otra cosa que una excusa cualquiera para poner en escena a una pareja de payasos. Payasos con todas las de la ley, con nariz roja por toda máscara y con la sensibilidad de la que deberían hacer gala todos los que se hacen llamar a sí mismos payasos.
El beso que debería romper el encantamiento que los mantiene atrapados, buscado desde el inicio del espectáculo, no se le entrega desde el público al demandante payaso encantado porque si se le diera, y muchos se abrían lanzado desde el patio de butacas no sólo a besarles, sino además a abrazarles y darles las gracias por tan sensible y divertido espectáculo, y no para que dejaran de ser los payasos que son, sino porque el público acaba por cogerles un merecidísimo cariño, si se le diera, digo, el esquema se rompería y nos quedaríamos sin ese final tan sencillo como elegante.

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