jueves, 15 de enero de 2009

EDITORIAL enero/febrero 2009

EDITORIAL

Llegan tiempos difíciles. Mejor dicho, llevamos largo rato ya metidos en tiempos difíciles. Tras las pérdidas de ventas de la campaña navideña de turroneros y jugueteros se acerca el carnaval, gracias al cual constataremos que lo de al pueblo, pan y circo, sigue absolutamente vigente. Pero antes de llegar a ese punto, convendría que echásemos un breve vistazo a por qué los jugueteros y los turroneros han vendido menos. Los pequeños empresarios, que son en definitiva quienes mueven a este país, y los de la Cultura en particular, han tenido y continúan teniendo serios problemas para cobrar sus facturas. Sobre todo son los Ayuntamientos quienes más retrasan el pago de sus facturas, llegando a darse casos verdaderamente escandalosos. Una de las conclusiones a la que uno llega es a la de que las empresas del sector están financiando la cultura de España, y otra que las empresas culturales españolas tienen moral para largo, porque siendo una profesión difícil y siendo apaleados desde las administraciones, continúan tratando de mantener en pie su empresa, sus puestos de trabajo y su dignidad. Pero las deudas, algunas eternas, tienen sus consecuencias, por supuesto, y entre ellas están la precariedad que se provoca en el empleo del sector, la imposibilidad de realizar previsiones, la dificultad de emprender nuevos proyectos; y de mayor capacidad para romper nervios: impago de facturas a proveedores, sanciones de esa misma Administración, caída en las garras de la usura bancaria, impago de nóminas...El impago de nóminas trae, entre otras muchas consecuencias, el hecho de que no haya quien compre turrón, por ejemplo. También trae como consecuencia inmediata el asesinato cruel de ese gordo que viste de rojo y que se hace llamar Noel, y el recuerdo salvador de que los Reyes Magos les llevaron al niño sólo, exclusivamente, tres regalos. De modo que haciendo de tripas corazón, dejamos de regalar en Navidad, recortamos en Reyes, y dejamos que el carnaval, en el que con pintarse ya se está disfrazado, nos permita un momento de desconexión de la desastrosa realidad económica a la que se obliga desde la Administración.Sobrevivirán los más fuertes, como siempre. O aquéllos que acepten que la colaboración es la herramienta que puede mantenerlos a salvo. Los que tengan capacidad, o bemoles, para mantener el tipo en tanto llegue la cacareada ayuda del Gobierno, trabada en una burocracia obsoleta, o hasta que los ayuntamientos, principales deudores morosos, se dignen a cumplir con sus obligaciones. Les habrán llamado para reclamar los impagos, pero seguro que los concejales encargados de tus facturas pendientes, estaban de vacaciones, o comprando regalos, o turrón. Porque ellos sí que pueden.

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