miércoles, 11 de noviembre de 2009

ENTREVISTA: Clemente Noda

ENTREVISTA

Clemente Noda
Escenógrafo.


Nos vemos en su casa. Una pieza de escenografía de grandes dimensiones en la que uno puede dejar disfrutar la vista rincón a rincón, cuadro a cuadro, escultura a escultura o mural a mural.
Mientras habla, no puede evitar componer todo cuanto dice con las manos, como si necesitase convertir incluso las palabras en volúmenes.
Nos habríamos quedado más tiempo hablando con él, tan interesante resulta. Nos vamos con una magnífica impresión y con una bolsa llena de aguacates cogidos directamente del aguacatero que da sombra a la casa.


¿Es necesaria la escenografía? ¿No podría ahorrarse ese dinero de producción?
(Risas) Necesario en teatro es aquello que hace falta, y lo que hace falta puede contemplar una escenografía o no. El concepto no es que sea necesaria o deje de serlo, eso se decide bajo una intención artística, una necesidad de estimular al espectador, no solamente gracias a la palabra y a la acción humana, sino además mediante las imágenes que puedan crearse. O de completar aquellas acciones humanas que se potencian en los textos enmarcándolas dentro de un ambiente que ahonde más en las sensaciones que se quieren provocar en la audiencia. Si existe esa intención, la escenografía en sí es un bien necesario. Es cierto que he visto lograr eso a través de un solo actor, y puede ser, claro. Pero la existencia, o no, de una escenografía que envuelva al espectáculo es una cuestión de decisión artística, y dramática, sobre todo. Y cuando es necesaria, creo que es importante gastarse el dinero necesario, porque, de lo contrario, lo que estamos haciendo es cortar la dimensión de expresión a la que se quiere llegar, y no porque no seamos capaces de crear esas imágenes.
En cuanto a qué dinero es necesario, siempre hay soluciones. De hecho, cuando estás acostumbrado a trabajar en el teatro de batalla, en un teatro de bajo presupuesto, si no es tanto es cuánto, y se trabaja siempre en favor del proyecto y de que se logre lo máximo posible, la conformación corpórea del sueño, concebido como espectáculo. Desde ese punto de vista, es importante que, si esa intención existe, se destine el dinero necesario, y aún más teniendo en cuenta que siempre, a través de la escenografía, surgen las vías de investigación sobre el espacio. Nosotros hablamos mucho del espacio, de lo que llenamos, con un aliento o con el amanecer tecnológico más sofisticado que te puedas imaginar. Si la escenografía logra lo que persigue, si tiene sentido dentro de la escena y si pasa desapercibida y es algo más del conjunto, de lo que emociona, vale la pena gastar dinero en eso.
Y está muy bien que yo lo diga, porque vivo de eso.


La escenografía, ¿es suficientemente tenida en cuenta?
Yo creo que no. Y no creo que sea culpa de los creadores. Hablando sobre todo de Canarias, creo que muchas de las veces surge no como concepto artístico, sino a la par que las necesidades de actores, y al estar mediatizada por las posibilidades económicas reales, y por el problema del transporte, por lo que la escenografía en sí supone para las compañías, puesto que obliga a tener cierta logística para almacenamiento, algo a lo que no todas pueden acceder, y obviamente la carestía que supone la artesanía, porque todo lo que se fabrica para el teatro es artesanía, todos esos factores redundan en que no sea tan tenida en cuenta como debiera, y yo considero que es una lástima, porque se pierde un gran campo de investigación teatral, dramática, formal, de creación de imágenes, que se podría desarrollar todavía más en las islas. Aún así constato la preocupación de las compañías por que sobre el escenario haya espectáculo también. Así que todos ponen su escenografía. Y dentro de lo que hay, se ve que se trata más de completar con pequeños elementos y crear un determinado espacio escénico que de crear toda una escenografía que apoye realmente al hecho dramático.
Gran parte de mi trabajo es hacer entender al director que yo veo, que tiene que tener la capacidad de confiar en la visión del escenográfo; uno tiene que tener la capacidad para entender cómo potenciar con las imágenes la que el director tiene en su mente y darle una forma corpórea en la que pueda realizar todos los juegos dramáticos. Al fin y al cabo, todos nos sentimos padres del mismo hijo, individual y colectivamente.
Importante para el diseño actualmente es que todo debe caber en un camión de reducidas dimensiones, resistir los montajes y desmontajes necesarios para realizar las giras.

¿Qué se ve por ahí en materia de escenografía? ¿O es difícil opinar sobre el trabajo de otros?
Es difícil, claro, pero nosotros ponemos las cosas en escena para ser opinables, al calor de una copa, tras la función y tranquilamente, sin acritud, con el ánimo de entender el sentido escénico de cada elemento que había sobre escena, para reflexionar, sobre todo. Se ven muchas cosas interesantes, y por simple deformación profesional me entretengo en ver cómo han sido resueltas las necesidades escénicas. Aquí existe un nivel de producción determinado que permite determinados riesgos. Además los espacios escénicos limitan las posibilidades escenográficas, por dimensiones, por carencias técnicas. Tal vez por eso surja lastrada la posibilidad creativa, y aún así hay apuestas más que interesantes.

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