viernes, 28 de agosto de 2009

ENTREVISTA a: Guillermo Heras

ENTREVISTA a: Guillermo Heras





Director de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos y coordinador del programa Iberescena.





Es de los que contestan a los mensajes, los correos electrónicos y a las llamadas perdidas con celeridad, cortesía e interés, y como tiene las cosas claras, el tiempo le cunde. Asiste y se deja asistir, cualidades imprescindibles, hoy por hoy y desde hace mucho tiempo, en alguien que se dedica a gestionar recursos e ideas.





¿Cuál es el objetivo fundamental de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos?
El objetivo fundamental de la Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos es realizar un panorama anual de la más reciente producción dramatúrgica de nuestros autores y autoras vivos. La Muestra tiene un fuerte sello autonómico, pues se trata de salir de una cierta endogamia en la que las producciones madrileña y catalana ocupan un amplio número de representaciones en los festivales, sin darnos cuenta de que en este momento la actividad escénica es muy rica y plural en toda España. La Muestra programa todo tipo de lenguajes, formas de producción pública, privada o alternativa, teatro infantil, de calle y de cabaret, junto a lo que podíamos denominar teatro de sala, siempre que haya, en su esencia, una autoría viva de cualquier autor perteneciente al Estado Español. Por ello también se programa en las lenguas oficiales del Estado, si bien, y dado que la Muestra sirve como plataforma de exhibición para programadores y traductores, generalmente los grupos suelen presentar sus propuestas en castellano. El término contemporáneo, pues, lo entendemos como el de la escritura libre que realice cada autor en este momento, por lo que no entramos en cuestión de géneros literarios, teniendo cabida desde formas tradicionales hasta cualquier propuesta por radical que sea en su investigación.
Junto al tema de mostrar esta radiografía de una selección de las producciones que se hacen en el Estado, nos importa mucho el tema del encuentro profesional, el intercambio de experiencias y la promoción de nuestra dramaturgia en el exterior. De ahí que complementemos con talleres, seminarios, encuentros, presentaciones de libros, etcétera, la propia programación de la Muestra.

En general, ¿se ha visto un aumento significativo de la cuota de autores contemporáneos, y de autores vivos, en la programación teatral en España?
Pues aunque sí observamos un aumento en ciertos teatros de la Red de Teatros Públicos de proyectos de autoría española, aún no es lo suficiente con respecto al número de propuestas que se desarrollan a partir de la autoría viva. Siguen predominando en esas redes programaciones de prestigio, de clásicos, de obras comerciales y, en general, sigue habiendo una desconfianza por parte de estos programadores con respecto a nuestros autores contemporáneos. Sería importante que estas Redes Públicas apostaran mucho más decisivamente por los discursos artísticos del presente, pero con una clara voluntad de ser apuestas de futuro.

¿En qué medida apoya la Muestra la entrada en circulación de autores emergentes, o noveles?
De una manera clara y decidida. De hecho, prácticamente la mitad de la programación de esta edición son autores y autoras emergentes. Algunos de estos nombres: Juli Disla, Eva Hibernia, Carlos Neira, Antonio de Paco, Sergio Faustino, Susana Sánchez, Antonio Cremades y, por supuesto, el estreno del espectáculo Los mares habitados, de C. Alonso, Inma Correa, A. Tabares y O. Alonso, una propuesta de la compañía canaria 2RC, en la que esa interesantísima generación de nuevos dramaturgos que está apareciendo en las islas estará presente en la Muestra. Nuestro compromiso, como ya he expuesto antes, con las dramatúrgicas autonómicas, ha sido constante y éramos conscientes de la deuda que teníamos con el teatro canario. La presencia este año en la Muestra ha sido posible gracias al esfuerzo de esta plataforma que con tanto empeño está desarrollando la compañía 2RC, no sólo a través de este estreno, sino también de sus actividades de talleres a lo largo de todo el año.

Los talleres de dramaturgia, cada vez más numerosos, ¿funcionan? Es decir: ¿Cuánta gente de tantas que participan en estos talleres acaba dedicándose a la dramaturgia?
Nosotros tenemos taller de dramaturgia desde la primera edición. Por aquí han pasado prácticamente todos los autores que además de tener un prestigio por su carrera específica, han demostrado su interés por la pedagogía. Autores como Sergi Belbel, José Sanchis Sinisterra, José Luis Alonso de Santos, José Ramón Fernández, Itziar Pascual, Paloma Pedrero, Ernesto Caballero, Rodolf Sirera, etcétera. También hemos tenido un Taller Estable durante tres años con jóvenes dramaturgos de la Comunidad Valenciana. El índice de participación ha sido altísimo y cada vez más se demuestra las ganas que las jóvenes generaciones tienen de adentrarse en la aventura teatral, más allá de las ansias televisivas o cinematográficas.
Normalmente hoy el concepto de dramaturgia es muy amplio y un autor suele necesitar compaginar su actividad escénica con otras tareas de autoría en otros medios. Pero no nos engañemos, eso también lo hacía Harold Pinter, o ahora David Mamet.

Observamos, cada vez más, una corriente, una línea, una imposición del mercado, una especie de censura (no sabemos muy bien cómo calificarlo) al respecto de qué se escribe y qué se programa actualmente. Producciones ofertadas o demandadas en el mercado actual por unas características determinadas y/o con intérpretes mediáticos. ¿Qué parte de responsabilidad tienen los programadores en esta especie de “censura”?
Pues muchas veces los programadores ejercen de ayatolás. Tienen ese discurso manido de “yo sirvo a lo que le gusta a la gente”. Pero ¿si no hacen una tarea de programar lo que no viene avalado por lo mediático, como va a transformarse el “gusto”? ¿Un programador que trabaja con el dinero de los contribuyentes “sólo” puede tener un gusto? ¿No se está excluyendo a una franja de ciudadanos que quieren ver otro tipo de teatro o danza, al margen de lo consolidado...? Por tanto, está claro, sí existe una cierta censura, la que determina el mercado dominante excluyendo a todo un teatro que no entra en los parámetros dominantes. De cualquier manera, tampoco creo que la cuestión se remita sólo a un juego de buenos y malos. Es momento de hacer propuestas positivas y lograr pactos para que las cosas se transformen y los mercados se abran. Por otra parte también pienso que los grupos y compañías deberían hacer una reflexión, y en algunos casos una autocrítica, para ver si sus propuestas artísticas y de producción son adecuadas para satisfacer a un espectador contemporáneo.

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