rené gando
Opiniones de un tipo que me presentaron el otro día en un bar cuando le dije que un riesgo de mi profesión es que los ayuntamientos pagan con meses y a veces años de retraso.
Decía, por ejemplo, que le parecía muy raro eso de que existan ayuntamientos que no pagan las facturas por las actuaciones realizadas hasta muchos meses (y a veces años) después de haber realizado el servicio, porque evidentemente la gente que se dedica al arriesgado mundo de las Artes Escénicas tiene que comer y que vivir, como el resto de las personas, y que, puesto que el tendero, el panadero, el fontanero, la electricista, el colegio de los niños, el dueño del piso de alquiler o el banco en el que tienes la hipoteca, el gasolinero, el fulano del bar, el tipo de la tienda de ropa, el taxista y la señora que vende los cupones te cobran sobre la marcha y no permiten que les dejes a deber, digamos, un año, puestos así uno no podría vivir del Arte Escénico, y que, con todo lo que se apuesta por la Cultura desde las Instituciones, no se podría permitir que el grueso de los profesionales que la sostienen se viera en este irremisible peligro de extinción. Que eso demostraría una falta no sólo de respeto, que también, sino de adecuada gestión de los medios (humanos, en este caso) con que se cuenta para la promoción de la Cultura por parte de los gestores, concejales, interventores y tesoreros implicados (todos con sueldos que se pagan puntualmente cada fin de mes) y, en última instancia, una importante negligencia e ineptitud por parte de los mismos, y que eso no podía creerlo porque le constaba que todos estos gestores, concejales, interventores y tesoreros, eran gente muy capaz, realmente preocupada por la Cultura y respetuosa con los trabajadores y empresarios que la promocionan. Que el Gobierno se preocupa mucho por la promoción y difusión de la cultura en nuestra tierra. Que el importante gasto realizado en la creación de nuevos y grandísimos espacios (anteponiéndolo a otros gastos, de necesidades sanitarias por ejemplo) o las reformas de algunos teatros, para dejarlos en condiciones agradables, eran otros ejemplos de ese interés por lo cultural. Que no veía ningún favoritismo por algunas compañías de renombre frente a las locales, que si se les daba mucha publicidad era porque se trataba de gente famosa, que salía en televisión y todo, porque eran muy buenos, y que todo el mundo debía de enterarse de que venían, porque también habrían costado un pico. Que, al fin y al cabo, las compañías famosas trabajan aquí menos que las locales y que, a la postre, se les hace un volumen equivalente de publicidad y difusión a ambas. Y que las que no trabajan mucho es porque seguro que no tienen la calidad suficiente, porque el dinero tampoco es ilimitado y lo que se contrata es lo que vale, que la calidad es el criterio de contratación, vamos.
Dos horas estuvimos hablando. Y para terminar, para rematarla, al final me dice que me deje de bobadas y que, en cualquier caso, si realmente las compañías tuviéramos problemas, seguro que sería algo del dominio público porque, al tener todas intereses parecidos, seguro que nos llevamos todos bien y probablemente tendremos un sindicato o una asociación o algo así con que pelear por nuestros derechos y nuestras aspiraciones.
Si tienes oportunidad deja que uno de estos tipos que te presentan en un bar te cuente de qué va la cosa. No vas a tener problemas en encontrar a alguno. Es muy fácil. La calle está llena.
Opiniones de un tipo que me presentaron el otro día en un bar cuando le dije que un riesgo de mi profesión es que los ayuntamientos pagan con meses y a veces años de retraso.
Decía, por ejemplo, que le parecía muy raro eso de que existan ayuntamientos que no pagan las facturas por las actuaciones realizadas hasta muchos meses (y a veces años) después de haber realizado el servicio, porque evidentemente la gente que se dedica al arriesgado mundo de las Artes Escénicas tiene que comer y que vivir, como el resto de las personas, y que, puesto que el tendero, el panadero, el fontanero, la electricista, el colegio de los niños, el dueño del piso de alquiler o el banco en el que tienes la hipoteca, el gasolinero, el fulano del bar, el tipo de la tienda de ropa, el taxista y la señora que vende los cupones te cobran sobre la marcha y no permiten que les dejes a deber, digamos, un año, puestos así uno no podría vivir del Arte Escénico, y que, con todo lo que se apuesta por la Cultura desde las Instituciones, no se podría permitir que el grueso de los profesionales que la sostienen se viera en este irremisible peligro de extinción. Que eso demostraría una falta no sólo de respeto, que también, sino de adecuada gestión de los medios (humanos, en este caso) con que se cuenta para la promoción de la Cultura por parte de los gestores, concejales, interventores y tesoreros implicados (todos con sueldos que se pagan puntualmente cada fin de mes) y, en última instancia, una importante negligencia e ineptitud por parte de los mismos, y que eso no podía creerlo porque le constaba que todos estos gestores, concejales, interventores y tesoreros, eran gente muy capaz, realmente preocupada por la Cultura y respetuosa con los trabajadores y empresarios que la promocionan. Que el Gobierno se preocupa mucho por la promoción y difusión de la cultura en nuestra tierra. Que el importante gasto realizado en la creación de nuevos y grandísimos espacios (anteponiéndolo a otros gastos, de necesidades sanitarias por ejemplo) o las reformas de algunos teatros, para dejarlos en condiciones agradables, eran otros ejemplos de ese interés por lo cultural. Que no veía ningún favoritismo por algunas compañías de renombre frente a las locales, que si se les daba mucha publicidad era porque se trataba de gente famosa, que salía en televisión y todo, porque eran muy buenos, y que todo el mundo debía de enterarse de que venían, porque también habrían costado un pico. Que, al fin y al cabo, las compañías famosas trabajan aquí menos que las locales y que, a la postre, se les hace un volumen equivalente de publicidad y difusión a ambas. Y que las que no trabajan mucho es porque seguro que no tienen la calidad suficiente, porque el dinero tampoco es ilimitado y lo que se contrata es lo que vale, que la calidad es el criterio de contratación, vamos.
Dos horas estuvimos hablando. Y para terminar, para rematarla, al final me dice que me deje de bobadas y que, en cualquier caso, si realmente las compañías tuviéramos problemas, seguro que sería algo del dominio público porque, al tener todas intereses parecidos, seguro que nos llevamos todos bien y probablemente tendremos un sindicato o una asociación o algo así con que pelear por nuestros derechos y nuestras aspiraciones.
Si tienes oportunidad deja que uno de estos tipos que te presentan en un bar te cuente de qué va la cosa. No vas a tener problemas en encontrar a alguno. Es muy fácil. La calle está llena.
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