lunes, 27 de abril de 2009

EDITORIAL Revista Anteojos mayo/junio 007

Hablábamos hace unos cuantos números del retraso en la puesta en marcha de las medidas del Gobierno a la hora de encarar la crisis y del atasco burocrático que impide que las medidas se pongan en marcha con la debida celeridad, antes de que sea demasiado tarde para reflotar lo que quede en pie de las empresas. Pensando mal, podría ocurrir que tanto retraso sea premeditado, una especie de acuerdo oculto para que las empresas que aún sigan en pie o los empresarios que aún no se hayan quemado a lo bonzo ante la fachada de los ayuntamientos deudores, tengan que seguir pidiendo créditos, que tardan en llegar o se niegan, o ampliar cuentas pólizas sujetas a la usura bancaria.
Hace algo mas de veinte días, se anunció a bombo y platillo que el Consejo de Ministros autorizó al Ministerio de Cultura a suscribir con el Instituto de Crédito Oficial un convenio de colaboración que instrumente la línea de financiación ICO-Industrias Culturales 2009, dotada con veintidós millones de euros, que quién los pillara. Pero tanto bombo no es más que para decir que no sé quién le dijo a alguien que puede pensar en hablar con aquél para ver qué dice de aquello de lo que hablamos. No sé si me entienden. El resultado es que de aquí a que el ICO ponga en marcha el tinglado, habrá menos necesidad que ahora porque habrá menos empresarios a los que ofrecer la solución.

Por otra parte, hace un par de semanas, el Presidente del Gobierno hizo pública una medida directa destinada a paliar los efectos más agudos de la crisis. En concreto, Zapatero anunció la aprobación de una nueva línea de avales del ICO, con el objetivo de destinar 3.000 millones de euros a la ayuda de ayuntamientos y pymes. Este dinero garantizaría el “oportuno cobro de facturas para obras y servicios municipales”, además de facilitar el descuento de recibos por parte de entidades financieras, dado que el Instituto respaldaría el pago del cien por cien del importe y “dará un impulso” al crédito comercial, haciendo frente a la crisis en tres ámbitos diferentes: por un lado, con las pymes, por otro lado, los autónomos, y, por último, los ayuntamientos, actuando sobre la “deuda pendiente” que “tanto” les “dificulta” y para que “tengan un alivio importante”. Zapatero dijo agradecer, además, a las pymes y a los autónomos el “esfuerzo” que hacen ante las dificultades de crédito y liquidez con que se encuentran y subrayó que, con su trabajo diario junto a los gobiernos locales, contribuyen al bienestar de los ciudadanos. En su opinión, señaló, una acción como esta era necesaria para “marcar el rumbo” de la recuperación económica “sostenible, eficiente y renovada”, y bla, bla, bla. Y desde que se dice una cosa como esa, hasta que el funcionario de turno ponga un sello de entrada a la solicitud del interesado igual pasan, al ritmo al que va la cosa, unos dos años.
No sé a ustedes, pero a mi todo esto me trae a la memoria el cuento de los diez negritos. Fíjense, 3.000 millones de euros cuando la deuda genérica de los ayuntamientos ronda los 12.000 millones, según datos de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos. ¿Será que para cuando el chiringuito este se ponga en marcha sólo quedará un cuarto de las empresas en pie?

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